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WEBER-EL CAZADOR FURTIVO (CORO DE CAZADORES)


Weber, a quien hay que considerar uno de los pioneros de la ópera alemana y romántica, nació en Eutin, Oldenburgo, el 18 de noviembre de 1786. Aunque sólo Der Freischütz pudo conquistar un lugar en el repertorio operístico, la figura de Weber tiene una enorme importancia en la historia de la música teatral alemana. Su inspiración popular, su manera de escribir sencilla y directa, sus tiernas melodías y el sano romanticismo que lo caracterizan, junto con la maestría técnica, que se muestra sobre todo en la instrumentación, le han asegurado un lugar fijo entre los grandes de la historia de la música.
En 1820 tuvo lugar en Copenhague el estreno de la comedia Preziosa, para la que Weber escribió la música incidental. Hasta entonces había sido un hombre apreciado, pero no famoso. La situación cambió de golpe cuando se estrenó en Berlín, el 18 de junio de 1821, su Freischütz. Se podría calificar esa fecha —a pesar de La flauta mágica de Mozart y el Fidelio de Beethoven, que eran los predecesores clásicos— de data de nacimiento de la ópera romántica alemana.
Todas las virtudes de Weber, que al mismo tiempo son las virtudes del romanticismo, tienen aquí su más bella expresión: la melodía vital, entusiasta, tierna, conmovedora, con carácter y noble; la armonía concentrada en puntos de tensión, en el camino que va de Mozart a Wagner, pasando por Beethoven. El estreno de El cazador furtivo en el Teatro Real de Berlín, el 18 de junio de 1821, no sólo significó la indiscutible victoria de Weber, sino una de las fechas más importantes de la historia de la ópera alemana.
La obertura de El Cazador Furtivo, que se ha hecho sumamente popular, adelanta algunas melodías de la ópera. Describe la suave penumbra del bosque alemán, a través de cuyo techo de hojas pasan los rayos del sol, los misterios fantasmales del monte de los lobos, la alegre vida del pueblo y por último el júbilo de las victorias del amor. Una alegre muchedumbre celebra en una taberna del bosque la fiesta de los tiradores. A Kilian lo aclaman rey de los cazadores. Ha vencido a Max, el aprendiz de montero de Kuno (guardabosques del príncipe) y novio de Agathe, la hija de éste.

VERDI-AIDA (CELESTE AIDA)


Aída es una de las obras maestras de la ópera. La ópera italiana, la ópera romántica, la «gran» ópera encuentran aquí su culminación, pero quien quisiera ver en Aída un drama musical, también tendría razón. No tendría razón en cambio quien afirmara que Verdi había «aprendido» de Wagner. Su desarrollo es totalmente consecuente: está sometido a ciertos presupuestos, de los que tampoco pudo escapar el compositor alemán. La tendencia general de la época se dirige hacia la ópera integral, a la ópera que ya no se divide en números, que además se hace más profunda desde el punto de vista dramático y psicológico, y en la que el texto adquiere una nueva significación, llega a una relación nueva con la música. La técnica del Leitmotiv, llevada a su punto culminante por Wagner, no fue él quien la inventó en principio: Berlioz y Liszt la utilizaron antes que él, y si Verdi crea también en Aída un Leitmotiv y lo hace sonar todas las veces que se habla de la unión íntima de Aída y Radamés, o incluso cuando sólo se piensa en ella, es la consecuencia de su desarrollo natural.
En este drama, Verdi alcanza una diferenciación de la instrumentación que hasta entonces era infrecuente en la ópera italiana. Se encontraba en ese momento, a los sesenta años, en la cumbre de su inspiración y de su capacidad. En Aída no hay un solo instante flojo.
La historia de Aída nos cuenta que en El Cairo, la capital egipcia, se inauguró en 1869 un teatro de ópera italiana, por supuesto que con una ópera de Verdi: Rigoletto. El virrey Ismaíl Bajá, un partidario de la cultura europea, amigo de Francia y admirador de Verdi, pensó en una ópera conmemorativa para la futura apertura del canal de Suez, cuya terminación (por el francés Lesseps) era de gran importancia para la economía de Europa. Sin embargo, Verdi, en quien pensó en primer lugar, durante mucho tiempo no quiso saber nada de semejante proyecto. Sólo la sinopsis del libreto le hizo acercarse más al mismo. Sin embargo, la gran fecha llegó y no hubo ópera conmemorativa. Verdi trabajó en ella, y la terminó en 1870. Los decorados y el vestuario se encargaron a la Ópera de París; cuando fueron terminados, no hubo ninguna posibilidad de sacarlos de la ciudad, que estaba cercada por los prusianos. Parecía que el contrato, que tenía de plazo hasta fines de 1871, no se iba a cumplir; y El Cairo había garantizado el estreno de Aída (por la que Verdi había obtenido los honorarios más altos de la historia de la música: 150.000 francos de oro). Pero en septiembre de 1871 se firmó el tratado de paz y El Cairo pudo dedicarse febrilmente a la preparación del estrenoAl comienzo del acto inicial, Radamés se enternece y entona una romanza para proclamar su amor por Aída. Se trata de una página en cuyo recitativo "se quel guerrier io fossi" oímos al militar que espera ser designado caudillo de su pueblo en la guerra contra los etíopes. Luego se expresa el enamorado: la gloria que anhela le servirá para coronar a Aída y subirla a "un trono junto al sol". Con estas palabras termina el tenor una difícil aria, que lleva su voz en tres ocasiones al si bemol agudo. El hecho de que el último de éstos haya de cantarse pianíssimo y recién salido a escena con garganta fría, hace de esta romanza una de las más temidas por los tenores. De hecho, el famoso tenor francés Roberto Alagna fue abucheado en la Scala de Milán luego de su interpretación de esta célebre aria.