jueves

CHOPIN-CONCIERTO PIANO Nº 1 (1º MOVIMIENTO)

El Concierto para piano y orquesta No. 1 es, en realidad, el segundo compuesto por Chopin. Fue publicado en 1833 en Leipzig pero escrito seis meses después que el No. 2, publicado en la misma ciudad en 1830. Chopin contaba 20 años cuando lo terminó y esa juventud, esa frescura encarnada en un romanticismo desenfadado, son patentes a lo largo de toda la obra. Sin embargo, estos primeros conciertos, cuyas partituras llevaba Chopin en su maleta cuando se trasladó a París desde su Polonia natal, han sido siempre criticados por su gran diferencia de calidad entre la orquestación ("fría y casi inútil" para Berlioz) y la parte solista para piano, que evidencia su maestría en la escritura para este instrumento.

El primer movimiento, "Allegro mestoso", sigue el modelo prefijado de la sonata clásica aún cuando Chopin despliega en él toda su inventiva con gran libertad. La introducción orquestal nos acerca a los temas principales del movimiento, el primero más dramático y un segundo más cantable. Ambos serán después retomados con mayor brillantez por el piano (el único protagonista de la obra), con ese matiz melancólico tan genuino de Chopin.


El segundo movimiento, Romance (Larghetto), nace de la inspiración que le producen al compositor las óperas de Vicenzo Bellini, especialmente Norma. En palabras del propio Chopin, este movimiento debía "producir la misma impresión que si la mirada se posara sobre un paisaje que amamos, que despierta en nosotros bellos recuerdos". Se trata de una música plácida y en efecto evocadora, no exenta de la melancolía anterior pero que contrastará con el marcado ritmo del tercer movimiento.

El último movimiento lleva por título Rondo (Vivace) y nos traslada a la tierra natal de Chopin, Polonia. Se trata de un movimiento que exige gran virtuosismo por parte del intérprete y que evoca una danza local de ritmo impetuoso llamada krakoviac en la que, no obstante, siempre encuentra un hueco el lado más melódico de Chopin. Se cierra así una obra de juventud, pero que ya concedió a su autor gran fama entre los melómanos de Varsovia y sentaría las beses para el mayor dominio del lenguaje musical que obtendría durante sus años en París, y que daría como resultado algunas de las obras más originales del romanticismo.

El Concierto para piano y orquesta No. 1 se estrenó en el Teatro Nacional de Varsovia el 11 de octubre de 1830 en un recital en el que el propio Chopin se hizo cargo del piano, cediendo la dirección de la orquesta a su amigo Tytus. Los anuncios que publicitaron el estreno no dudaban en calificar la partitura como "obra de un genio".


miércoles

BEETHOVEN-9ª SINFONIA (CORAL)


Beethoven elaboró muy bien las variaciones del tema Alegría antes de componer la introducción instrumental del final. Según su amigo Antón Schindler:

Cuando llegó el desarrollo del cuarto movimiento, empezó allí una lucha tal como pocas veces se ha visto. El objetivo era encontrar una manera apropiada de introducir la Oda de Schiller. Un día, al entrar en la habitación, Beethoven exclamó: '¡Lo tengo, lo tengo!' Me mostró su cuaderno de notas con las palabras: '¡Cantemos la canción del inmortal Schiller!, después de lo cual un solo de voz comenzó directamente el himno a la alegría.

Debido a su sordera, Beethoven no pudo dirigir el estreno de su obra. Sin embargo, supervisó los ensayos. Airadamente se negó a aceptar las peticiones de los cantantes en el sentido de modificar la música para hacerla más fácil. Como sabían que no podía oír, ellos simplemente omitían las notas altas. El verdadero director dio instrucciones a los músicos para que no prestaran atención al compositor, en caso de que este comenzara a marcar el compás.

Beethoven no podía oír el estreno pero lo siguió en una copia de la partitura, imaginando en su mente los sonidos que todos los demás escuchaban. Al final de la ejecución, él todavía estaba enfrascado en su partitura sin poder oír los aplausos. Uno de los solistas le tocó el brazo y le hizo girar para que pudiera ver las manos que aplaudían y los pañuelos que se agitaban en el aire. Entonces el compositor se inclinó y saludó a la audiencia. Pudiera o no la mayoría del público comprender esta música absolutamente original y, sin duda interpretada pobremente, muy pocos sin embargo habrán podido evitar conmoverse a la vista de este gran genio de la música agradeciendo aplausos que no podía oír así como no había podido oír la música que los motivaba.