martes

PUCCINI-MADAME BUTTERFLY (UN BEL DI VEDREMO)


"Un bello dia veremos levantarse un hilo de humo en el extremo confín del mar. Y después aparece la nave. Y después la nave es blanca. Entra en el puerto, truena su saludo. ¿Ves? ¡Ha venido! Yo no voy a buscarlo, yo no. Me pongo ahí, en lo alto de la colina y espero, espero mucho tiempo. Y no me importa la larga espera. Y, salido de entre la multitud de la ciudad, un hombre, un pequeño punto, sube por la colina. ¿Quién será?, ¿quién será? Y cuando esté aquí, ¿qué dirá?, ¿qué dirá? Llamará: - Butterfly- desde lo lejos; yo sin responder. Estaré escondida. Un poco por bromear, y un poco por no morir al primer encuentro. Y él, un poco ansioso, llamará, llamará; “Pequeñita, mi pequeña esposa, perfume de verbena”, los nombres que solía llamarme. Todo esto sucederá, te lo prometo. Guárdate tus temores, ¡yo con segura fe lo espero!"
La opera Madama Butterfly fue compuesta por Giacomo Puccini, con libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica.
La trama transcurre en Nagasaki, a finales del siglo XIX o principios del XX. Mientras está destinado en la citada ciudad, a bordo del navío USS Abraham Lincoln, el oficial de la marina estadounidense F. B. Pinkerton se enamora y se casa con la joven geisha japonesa Cio-Cio-San, llamada Butterfly. Cuando él regresa a los Estados Unidos ella se queda esperándole, aunque familia y amigos la intentan convencer de que él no volvera. Mientras tanto ella cría sola a su hijo, el cual nace tras la partida de Pinkerton. Tras tres años, Pinkerton finalmente regresa y con él su nueva y legitima esposa norteamericana Kate. Vienen a recoger al niño para criarlo en los Estados Unidos. Es entonces cuando ella se hace el hara-kiri con la espada de su padre.
La bellisima aria Un bel di vedremo (Un bello día veremos), en la que Butterfly se deja llevar por su imaginación y evoca la felicidad que sentirá el día en que la nave de Pinkerton fondee, de nuevo, en la bahía de Nagasaki.


SCHUBERT-ROSAMUNDA (OBERTURA)


La Obertura de Rosamunde fue compuesta y estrenada en 1820 para presentar la obra El Arpa Mágica. El resto de la música de Rosamunde fue compuesta en 1823 y estrenada el 20 de diciembre de 1823, en Viena. La primera vez que la obertura apareció impresa bajo su nuevo título fue en 1834, seis años después del fallecimiento del compositor, en un arreglo para cuarteto de cuerdas realizado por un tal J. von Blumenthal.
Schubert, que rara vez recibía encargos, se sintió complacido cuando se le pidió que proporcionara la música para acompañar la obra de Helmina von Chézy, Rosamunde, que iba a ser puesta en escena en el Theater an der Wien, en 1823. Tal vez debería haber tenido algunas dudas, ya que el mismo autor había realizado el desastroso libreto de la ópera de Weber, Euryanthe, unos años antes. Pero Schubert, sin duda atraído por el prestigio de la representación, reunió alrededor de once números musicales. Aunque solamente tenía tres semanas para terminar el proyecto (¡la autora se las había arreglado para escribir su texto en apenas cinco días!), la música es verdaderamente encantadora y algunas de sus partes se encuentran entre sus composiciones más hermosas. Es especialmente memorable el primer entre acto y el ballet final.
Desafortunadamente, la obra corrió la misma suerte que su antecesora Euryanthe y fue un fracaso rotundo. Se la representó solamente dos veces. Schubert jamás volvió a componer una obra para la escena. El texto de Rosamunde actualmente está perdido. Sin embargo, se ha reconstruido una sinopsis que indica lo ridículo que debió haber sido todo el asunto. Se trataba de una princesa criada por un pastor, un naufragio arreglado convenientemente, identidades ocultas, una carta perfumada con veneno, un rescate osado, una reunión a último minuto y un complot nefasto.
Como Schubert no tuvo tiempo suficiente para componer un número orquestal de apertura, utilizó la obertura en Re mayor que había compuesto en 1820 para su ópera Alfonso y Estrella. Como tenia la esperanza de que hubiera representaciones futuras tanto de la ópera como de la obra, el compositor sintió que no deberían compartir la misma obertura. En lugar de componer una nueva obertura para Alfonso, devolvió la obertura en Re mayor a su obra original. Decidió remplazarla con una obertura en Do mayor que había compuesto unos años atrás para un melodrama denominado El Arpa Mágica.
El Arpa Mágica, cuyo argumento era tan ridículo como el de Rosamunde, no tenía posibilidades de ser resucitada. Schubert sentía que su obertura en Do mayor quedaría perdida en la oscuridad si no le encontraba un hogar más conveniente.
De todas maneras, toda la pieza teatral estaba destinada a la oscuridad. Pero la música incidental ha sobrevivido sin la obra. La obertura en Do mayor, que en realidad jamás fue tocada con la obra, pasó a ser conocida como la obertura de Rosamunde. No existe ninguna relación musical entre la obertura y la restante música de Rosamunde.
La primera vez que la obertura apareció impresa bajo su nuevo título fue en 1834, seis años después del fallecimiento del compositor, en un arreglo para cuarteto de cuerdas realizado por un tal J. von Blumenthal. En 1827 había aparecido un anuncio del editor diciendo que la obertura en Do mayor sería publicada en un arreglo para piano, presumiblemente realizado por el compositor, como obertura para Rosamunde. Pero la música jamás fue impresa y nunca se comprobó que Schubert hubiera hecho esta transcripción.
Los diversos usos de la obertura son típicos de Schubert. Tiempo después, por ejemplo, utilizó la música del último entreacto en las dos composiciones: el movimiento lento de su cuarteto para cuerdas en La menor y el tercero de sus Impromtus, D. 935. Asimismo, la introducción y la coda de la obertura en Do mayor habían sido utilizados previamente (en Re mayor) en la obertura Italiana. Se ha argumentado, aunque de manera menos que convincente, que Schubert planeaba utilizar el primer entreacto, en Si bemol, como final de su Sinfonía Inconclusa, que está en la misma tonalidad.